21 de mayo de 1981. Jamaica entierra a Bob Marley con honores de Estado. En el ataúd, junto a su cuerpo, una Biblia y una guitarra: imagen casi perfecta para describir aquello que Marley intentó expresar a través de sus canciones. Religión y música; fe y resistencia; esperanza y revolución. Al mismo tiempo es también ésta una imagen casi perfecta para entender las contradicciones de una figura que cada día está más cerca del mito que de la realidad; más próxima al profeta redentor que al rude boy, al chico de barrio, que con su talento escapa del gueto y –no es poco– se salva a sí mismo.

Tras un mes que se nos ha hecho eterno, en el dique seco a causa de motivos varios, volvemos de nuevo, por fin, a la acción y regresamos con las baterías más que cargadas el equipo del programa (esto es: un servidor, Adrián Bernal, al micro y al guión, como siempre, y no Andrés Papousek, quien anda ya por los Buenos Aires y a quien echaremos, echamos, muchísimo de menos, no Andrés Papousek, entonces, sino German Barahona, quien a partir de ahorita es el mero mero en la mesa de sonido de La música es la clave y otros programas de la CCET Radio).

El programa de hoy lo dedicamos a repasar las canciones y la figura de uno de los grandes, sin duda, de la historia contemporánea; un artista imprescindible para entender el último medio siglo de música popular y contestataria: Robert Nesta Marley, Bob Marley, de quien el próximo día 11 de mayo se cumplirán 31 años de su muerte. Arrancamos con la rola «Rebel music (3 o’clock roadbloack)», del disco Natty Dread, de 1975. Pues eso mismo, parafraseando esta canción: música rebelde, en la barricada a las tres. Cada miércoles. Esto es La música es la clave. Y sin más ni menos, arrancamos.

Bob Marley está en la casa.

¡Bienvenid@s!

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