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Se murió Spinetta ¿sabés? De un cáncer. De pulmón, creo. A principios de febrero. 62 años, tenía. No es que fuera un chaval pero, che, siempre se van los mejores… Todavía le quedarían canciones entre las cejas, estoy seguro. Hoy en día con 62 años ya no es uno tan mayor, casi se puede decir que es una edad de oro para un músico, para un intelectual, como era él… En fin, qué lástima, siempre se van los mejores… Ya se podía haber muerto cualquier otro, no sé, Menem, por ejemplo, en vez del Flaco, digo yo… Míralo, tendrá ya más de 80 años el viejo y ahí sigue, haciendo política, o lo que sea que haga… Ya se podía haber muerto él, en vez de Spinetta…

 

Qué relación de ideas más rara hice, ahora que lo pienso ¿no? Quiero decir, no sé por qué he pasado del Flaco a Menem, la verdad… Del rock a la política… Qué tendrá que ver… Me parece que soy yo el que ya está un poco viejo… Al final será verdad que los años pasan, y pesan, ya lo creo… Aunque, por otro lado, tal vez no sea tan raro, ¿no? Pasar de Spinetta a Menem, digo. Del rock a la política. El rock fue un poco una forma de hacer política, durante todos aquellos años. Había pocas más. Antes de Menem, con las dictaduras militares, las Juntas, todo eso, me refiero. El rock fue nuestra forma de soñar, de sacarle luz al gris en el que vivíamos ¿verdad? Qué buenas bandas. Qué buenos toques. ¿Te acordás? Sui Generis, Almendra, Pescado Rabioso, Los Abuelos de la Nada, Serú Girán, Gieco, García… Parecía que, a pesar de todo, se podían cambiar las cosas, ¿verdad? Que nosotros podíamos cambiar las cosas, a pesar de los tiempos que corrían, que se podía salir de aquella mediocridad, que había algo, al otro lado, que merecía la pena. Y los ’80, a pesar de la guerra, a pesar de todo ¿recordás la intensidad de los ’80? Todo era nuevo. Sobre todo la música. Sin duda la música era política, entonces, me doy cuenta ahora. Hacía tiempo que no pensaba en eso, pero ahora, con los años, lo veo más claro. Parecía que podíamos cambiar las cosas, ya lo creo. Y al final cambiaron, ¿verdad? Al final lo logramos…

¿Cómo? Ehhh, sí, en realidad tenés razón… Al final las cosas cambiaron, pero poco tiempo. Sí, ahora que lo pienso, lo cierto es que nos mintieron, nos engañaron. Del todo. Y no sólo gente como Menem, ¿verdad? Aunque al principio puede que le doliera a algunos, tal vez esperaban otra cosa de él, tal vez se creyeron el cuento; pero en cierta forma a Menem se le veía venir, aunque lo del indulto fue terrible. Lo del indulto fue terrible, sí, pero le reeligieron, ¿verdad? De qué nos vamos a quejar después, si a Menem lo reeligieron, lo reelegimos. No, yo no le voté, es una forma de hablar. Pero, bueno, a Menem se le veía venir, al menos yo siempre pensé eso. Pero antes de él, con Alfonsín, ¿acaso Alfonsín no nos engañó, también? Sí, se engañó a sí mismo, puede ser. Pero sobre todo nos engaño a nosotros. La verdad, nos han engañado siempre, creo. Todos. Y así nos va. Sí, ahora estamos mejor que hace diez años, eso seguro, no te lo voy a negar. Pero ¿por cuánto tiempo? Yo ya no me creo nada, si te soy sincero, ya estoy viejo para pendejadas. Ahora nos va mejor, sí, pero ¿cuánto tardaremos en tener otro Corralito? Bueno, igual exagero, puede ser, no sabría decirte, pero mira la crisis actual. No sé, no sé…

Hablando del Corralito, ¿te acordás de lo que se gritaba en las manifestaciones, entonces? El pueblo no se va, gritaba la gente, a pesar de las cargas y los disparos de la policía. El pueblo no se va. Qué lindo, ¿verdad? El pueblo no se va, que se vayan ellos, decían, decíamos. Sí, estuve en alguna que otra pero, vamos, ya te digo, es una forma de hablar, la costumbre… Que se vayan todos. Creo que esa frase resume a la perfección la historia reciente de este país ¿sabés? Puede que la historia de todos los países. Que se vayan todos. Ya lo creo.

 

Sí, que se vayan todos. Y no regresen. Que se vayan todos.

Pero que nos devuelvan a Spinetta, carajo

Hola a todas y a todos. Después de zambullirnos la semana pasada en la música del movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos, los perpetradores de este proyecto de agitación mental y guerrilla sonora que es La música es la clave, esto es: un servidor, el Camarada Bernal, combatiendo cuerpo a cuerpo al guión y al micrófono, y el Subcomandante Papousek, responsable de artillería y de mesas de mezclas, se complacen en regresar a la Pampa para retomar el monográfico que comenzamos allá por el mes de enero sobre rock argentino.

Así que, sin más ni menos, retomamos esta historia aproximadamente donde la dejamos.

¡Bienvenidxs!

Después de unas más que merecidas, o no tanto, semanas de descanso en las que hemos dejado el contestador conectado y un montón de buenas rolas en la computadora, volvemos a estar presentes en cuerpo y alma (es una frase hecha, nosotros no tenemos alma…), volvemos, digo, al estudio de la CCET Radio los perpetradores de este proyecto de agitación mental que es La música es la clave, el programa sobre música con conciencia, sobre música como herramienta de cambio, sobre música, en definitiva, como arma cargada de futuro de la emisora online del Centro Cultural de España en Tegucigalpa.

El programa de hoy lo dedicamos a repasar una de las escenas musicales más potentes de toda Latinoamérica, y probablemente del mundo: el rock argentino, un espacio, y también un imaginario sonoro que abarca todo tipo de estilos y centenares de bandas de renombre a lo largo de los últimos cincuenta años; bandas que en numerosas ocasiones han sabido conjugar propuestas a la vez sumamente populares y tremendamente underground; bandas que han sido la voz y los gritos de libertad de una sociedad que sólo en la segunda mitad del siglo XX sufrió cuatro golpes de estado, siendo el último de ellos, en el ’76, un régimen fascista asesino dirigido por Videla y otros militares de las tristemente famosas Juntas, puro terrorismo de estado.

¡Bienvenidos!